Restaurante Quinua y amaranto, Bogotá

Acabo de almorzar en Quinua y amaranto, un menú suculento de sopa de quinoa, ensalada de aguacate, arroz con ajonjolí y fríjoles, chicha morada de sobremesa y un rico postre de arazá. Como quedé tan a gusto, aprovecho para compartir lo que Rodrigo Restrepo y Crista Castellanos opinan de este lugar.

Video Crista:

 

Rodrigo Restrepo:

No sólo es acogedor y creativo: es sin duda una de las mejores opciones de restaurantes vegetarianos en Bogotá. Plantea una dieta a base de cereales, ‘súper cereales’ –es decir, la quinua y el amaranto–, frutas y verduras orgánicas y, si se quiere, quesos artesanales y huevos felices. Su filosofía es ambientalmente limpia y socialmente justa. Está ubicado a una cuadra de la Luis Ángel Arango y abre desde las 8am. Los sábados ofrece mercado orgánico.

Desde hace más de diez años, Quinua y Amaranto ha logrado constituirse en un pequeño refugio de excelente comida vegetariana. En palabras de su dueña, Magdalena Barón, “la idea ha sido posicionar a estos alimentos –la quinua y el amaranto– en Bogotá, revalorizarlos como cultivos ancestrales”. En efecto estas semillas súper nutritivas, que formaban parte esencial de la dieta de los indígenas sur y centroamericanos, brillan como las grandes ausentes de la dieta colombiana. Su valor biológico –es decir, la presencia de aminoácidos esenciales que permiten al cuerpo construir las proteínas– es la más alta de todos los vegetales e incluso mayor que la de la carne y la leche. Además son alimentos muy bajos en grasa y ricos en hierro, fósforo, fibra y vitaminas E y B.

“Aquí la quinua no falta”, dice Magdalena, veterana vegetariana por salud y por ética, y quien se ha propuesto ofrecerla en sus menús la mayor parte de los días de la semana. Magdalena abre a las 8am con una variada carta de frutas frescas, yogures y granolas, frutos secos, caldo de miso, tofu en pericos o huevos de gallina, tés y cafés orgánicos. Al almuerzo ofrece un menú completamente vegetariano -jugo sin azúcar, sopa, cereal integral, leguminosa o proteína vegetal, ensalada y un pequeño postre–. “Intentamos nunca repetir un plato”, dice Magadalena, enfatizando el valor de la creatividad. Y haciendo honor a ella, en la tarde despliega una variedad de tortas de manzana, nueces, brevas, amapola, naranja y –desde luego–, quinua, además de encurtidos, tortillas españolas y la especialidad de la casa: empanadas de quinua.

Pero más allá de ofrecer una dieta saludable y un menú vegetariano de altísima calidad, lo que destaca a Quinua y Amaranto es su filosofía. “Garantizamos que detrás de nuestras actividades y productos hay procesos ambientalmente limpios y socialmente justos”. Magdalena es experta en impacto ambiental y social de grandes proyectos, y a lo largo de sus viajes por el país constató, una y otra vez, que el modelo de desarrollo actual es insostenible. “Es necesario visualizar y crear otro modelo, otras redes de producción por fuera de la sociedad de consumo”.

Es por eso que emplea a mujeres cabeza de familia, y sus proveedores son redes de mujeres productoras o pequeñas empresas. Y no sólo las emplea y les compra, sino que las acompaña activamente en sus procesos de crecimiento personal y calidad de vida. “Ellas están metidas en una sociedad de consumo y casi nunca ven otra alternativa que vender su fuerza laboral al mejor postor. Nosotros intentamos orientarlas y mostrarles que pueden hacerlo de otra manera”. Es enfática en su decisión  de no vender productos artificiales, y sus estantes muestran una deliciosa gama de productos artesanales –mermeladas, salsas, mantequillas de maní, frutos secos, harina de maka, fettucine de quinua, etc.– cultivados de manera totalmente orgánica en redes de cultivadores regionales.

Además, Quinua y Amaranto se presenta como un espacio de intercambio de información, de ideas y soluciones en temas como alimentación saludable, otros estilos de consumo, de vida y de desarrollo. Es un punto de información y divulgación del movimiento Slow Food y organiza todos los sábados un mercado orgánico en el que invita a los cultivadores a conocer a los consumidores, y viceversa.

Todo esto me lleva a confirmar que un estilo de vida verde, integrado y consciente implica mucho más que un proceso personal de volverse vegetariano, hacer yoga o montar en bicicleta. Cada decisión individual de consumo afecta a una red de productos y de personas, apoya una manera u otra de tejer las relaciones sociales. Quinua y Amaranto es un ejemplo vivo de que es posible plantear y sostener otra manera de funcionar en la sociedad.

 

Dirección: Cll. 11 # 2-95. A una cuadra larga de la Biblioteca Luis Ángel Arango, sober la Calle del chorro de Egipto.


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